Escribir, escribirnos para que algún niño, y porqué no joven, adulto, anciano  encuentre y destapando botellas imagine otros mundos? A Mario Benedetti la historia, su historia, le da esa licencia sin dudas. Nosotros no queremos tanto, porque no sabemos si tendremos algún papel que colocar en la botella,  ni la certeza que aparecerá algún texto interesante para compartir. Apenas se nos ocurre  impulsar ámbitos de diálogo intra e intergeneracional, a modo de aportar  un granito de arena a nuestra incipiente democracia, que como ocurre en todas las artes, las ciencias y la política exige valorar en la misma jerarquía la experiencia de los mayores  y la visión y energía renovada de las nuevas generaciones. Ante una botella – ¿cabeza?- vacía, es probable que muchos sencillos ciudadanos  respondamos con un acto reflejo que,  parodiando a Vicentico, nos haría decir  “/no quisiera morir sin hacer algo contigo…”. De todos modos no es una perplejidad menor  estar ante una botella vacía: ¿destino RRR? (Reducir- Reutilizar- Reciclar); o ¿destino de mar…?: quien quiera favorecer debates propositivos, reflexionar sobre nuestras cosas del pasado y del presente, intercambiar  saberes (seleccionando textos o audiovisuales que nos gustaría compartir), puede empezar a escribir apuntes para meter en esas botellas, como esta publicación por ejemplo.

En realidad las ganas de tirar una botella al mar, al río, a la laguna Arguello o al zanjón del barrio parece ser un gesto atávico como jugar al “sapito”, esa gloriosa regresión a la infancia. Así que tenemos la percepción de que esta revista digital – que en un par de años quizás convoque a su versión gráfica – está lejos de ser un emprendimiento periodístico, ni se propone serlo, y más bien creemos que tiene mucho más de práctica lúdica, para no perder totalmente nuestra condición de “locos bajitos”. En todo caso cualquiera sean las motivaciones, las botellas que se tiren cumplirán su función aunque estén vacías, o tengan papeles poco legibles, mientras sirvan para tentar a navegantes, remadores y náufragos del tumultuoso mar cibernético a recogerlas y colocar el mensaje que necesiten hacer circular o el que se les venga en ganas. Amén.

Pongo estos seis versos en mi botella al mar
con el secreto designio de que algún día
llegue a una playa casi desierta
y un niño la encuentre y la destape
y en lugar de versos extraiga piedritas
y socorros y alertas y caracoles.

(Mario Benedetti)

 

 

Message in a bottle — Image by © Image Source/Corbis